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Beltza

Fecha llegada: 26-6-19

Trece meses y tres días pasó Beltza en un chenil de una perrera. Apareció en una carretera, sin papeles pero lactando, de su hijo/a nunca sabremos nada, pero sí sabemos que no fue el único al que perdió.

Beltza es una cabra muy anciana, el tiempo en aquel chenil y los años pariendo han dejado secuelas terribles en su cuerpo, una artrosis muy avanzada afecta a sus caderas y rodillas. Y casi no le quedan dientes.

Beltza es desconfiada, pero le gusta mucho comer así que es sencillo ganársela con un poquitillo de comida rica y unos mimos, sus favoritos son los pepinos y la calabaza, aunque no dice que no a casi nada, su medicina mezclada con copos de avena no la perdona a las noches y de vez en cuando unos mimos tampoco.

Para ayudar a sus huesos tiene instalada una lámpara de calor bajo la que duerme cada noche para levantarse a las mañanas como una jovenzuela.

“Manda narices que lo mejor que me haya pasado en la vida haya sido acabar en una perrera, allí no me trataban mal pero tanto tiempo parada me estaba dejando postrada, cada vez me dolían más los huesos, por suerte aquí paso el día de un lado a otro y las noches calentita, si me duele mucho, pinchazo y a seguir, así da gusto.”

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