GIGIL
Fecha llegada: 3-8-18
Un domingo, antes de comer recibimos la llamada de unos vecinos. Habían encontrado a una gata en la puerta de un bar cercano, estaba hambrienta y sedienta, llevaba una semana persiguiendo a los clientes que entraban y salían. Decenas de personas la vieron y nadie, absolutamente nadie había hecho nada por ella. Al cogerla en brazos Gigil se abrazó a nuestra vecina y así llegó hasta casa, según le ofrecimos agua y comida se lanzó desesperada. Sus ojos, uno reabsorbido y lleno de legaña putrefacta y el otro opacado y blanco como un cielo estrellado, nos miraban agradecidos. Su piel reseca y pegada a sus huesos eran indicativos de algo muy grave.
La aislamos y la tuvimos todo el día con suero, sus heces eran muy secas pero normales, sin parásitos y el lunes su analítica salía perfecta. La castramos y la oftalmóloga nos aseguró que su problema venía de un accidente de coche que le deformó la cara y le hizo perder la visión.
Por suerte, a Gigil la ceguera no le quitó las ganas de vivir, se ha convertido en toda una roba corazones y roba comida, todos los que venís a echarnos una mano y la conocéis habéis sufrido sus ataques de mimos y algún que otro robo de comida.
Gigil es alguien muy especial y pese a que en principio se quedaba en acogida no nos imaginamos la vida sin ella, sin sus idas, sus venidas y sus mimos. Aunque no le entusiasman los demás animales, ella está feliz y siempre sabe donde encontrar el mejor hueco de la casa.
“Los humanos sois gente rara. Desde mi accidente encontré gente de la peor calaña que miraron a otro lado al verme, incluso no dudaron en patearme para que no molestara su momento de ocio; sin embargo luego apareció esa otra gente que me abrió sus brazos y que no me piensan soltar ahora que os necesito para vivir.”