Fecha llegada: 28-01-20

Un día recibimos una llamada de SOS, una conocida estaba paseando a sus perros y al encontrar a un corderito solo, corrió a buscar al pastor que estaba bastante lejos. Al entregárselo, el pastor le dijo que se lo llevara para comérselo o hacer lo que quisiera, que a él le sobraran y se le quedaban atrás, pero ya que lo tenía allí y no sabía qué hacer con él le dejó con su madre.

Ese mismo día cuando me lo contó comenzamos a mover hilos y a investigar al susodicho. Es un pastor que tiene un contrato para desbrozar el monte con las ovejas, varias personas que paseaban por la zona nos aseguraron que habían encontrado cadáveres de corderitos que se los habían comido los depredadores o se habían muerto de hambre, sed y/o hipotermia.

Al día siguiente otra llamada. Esta vez eran dos corderitas y ni rastro del pastor, estuvo paseando con los perros tratando de localizarle pero fue imposible; además a Pippi la veía muy decaída por lo que enseguida la cogió, pero a Mafalda no había manera de cogerla y tuvimos que pedir ayuda, hasta 5 personas se desplazaron, nadie vio al pastor por ningún lado y tardaron varias horas en coger a Mafi que se pegó unas cuantas carreritas.

Ambas juntas acababan de quedarse huérfanas pero lo que sabíamos es que nunca nadie las iba a separar, y no fue sencillo porque Mafalda llegó muy debilitada, con muchísimo dolor y las primeras horas creíamos que en cualquier momento podría empeorar, por suerte respondió rápido a la medicación y se puso fuerte y lozana como Pippi y junto a Manolo son el trío de bebés más entrañable.

“Gracias a mi hermanita Mafalda no me quedé sola aguardando mi muerte, gracias a que se quedó esperándome ambas nos salvamos de una muerte segura, fuimos muy afortunadas y cada día lo disfrutamos como si fuera un regalito.”